Corría la década de los 80's ya en los últimos años de esta, cuando en mi ciudad Celaya aún se podía caminar con tranquilidad y las distancias a esa edad se te hacían enormes.
Por esos tiempos, cerca de mi casa existía una tortería llamada Jugarama Sam, que en la fachada se encontraba pintada entre otras cosas con un Sam Bigotes. No recuerdo si vendían tortas o comida, pero si recuerdo que había maquinitas (arcadias). Tampoco recuerdo que juegos habían (pinche Alz Heimer), solo una que se llamaba Kung Fu.
Pues este juego era simple, tenías que repartir putazos a diestra y siniestra. Aquí solo había de dos sopas, o echabas puñetazos o patines, eso si, te podías aventar una que otra patada voladora.
Según mis piensos la ruca del buen Thomas es secuestrada y pues este compa quiere rescatarla a toda costa; digamos que es la historia mas cliché de los juegos de videos.
Pues ahí tienen al karateka azteca de Thomas recorriendo los pisos de alguna pagoda, sorteando madrazos con otros karachuekas, unos que nomas repartes leña, unos que arrojan cuchillos al mero estilo de Machete, unos enanitos que de repente se avientan una pirueta en el aire.
Ya que vas subiendo escaleras se va poniendo mas cabrón, por que te empiezan a caer víboras del techo, te persiguen moscardones y te explotan como globos de cantoya. Los enemigos finales de piso son puro pájaro nalgón por que te los surtes de volada, está uno que avienta un boomerang, uno que se ve bien mastodonte que es conocido entre los gamers 80teros como el Negro Tomás, uno que tiene un costal y te avienta serpientes y que si le tumbas la cabeza, saca otra, los conocedores geeks de aquella época la mentaban como La Brujita.
Como a la mitad del juego, te dejaban echarle un vistazo a tu novia Sylvia, asi como que pa que te prendieras mas y le echaras mas ganas. Ya en el ultimo piso se te juntan mas enemigos y al final te sale el boss final, un pelirojo puñetero, que hay que sacatearle después de atizarle un cate pa que no te baje la sangre. Al final lo clásico, rescatas a la amada y son felices para siempre.
Y hasta aquí mi reseña de este mi primer juego 80tero que relataré por aquí. Por el momento se me acabaron mis monedas de a cien pesos, pero próximamente traeré otro capitulo de los juegos de mi infancia.